jueves, 8 de febrero de 2007

Sobre la maledicencia, la basura mediática y la mierda de toro (en inglés, bullshit).

Desde que leí el artículo publicado por Juan Luis Cebrián en EL PAÍS de 12 de octubre de 2006,en el que ponía de manifiesto la práctica, por parte de la derecha conservadora, de la maledicencia y confusionismo que azota el debate político en nuestro país, estoy más sensibilizado ante esta forma de perversión de los valores democráticos que ha alcanzado ya en nuestra sociedad niveles de preocupante impunidad. En él, el autor señalaba el fenómeno, tristemente extendido, de difamar al adversario utilizando toda clase de mentiras y artilugios dialécticos. El Partido Popular y los medios de comunicación que lo respaldan, han convertido esta práctica de la sinrazón y la desvergüenza, en el caballo de batalla que ha de desgastar al Gobierno de la nación y, fundamentalmente, al presidente Rodríguez Zapatero. De esta manera tan obscena y atrabiliaria pretenden recuperar la gobernación perdida.
Pues bien, con el único propósito de intoxicar la opinión pública, derraman toneladas de basura, de manera que ya no es conocer la verdad el fin último de su propósito sino poner en entredicho una y otra vez la labor del adversario utilizando toda clase de mentiras y artilugios dialécticos. Es lo que se conoce como bullshit (mierda de toro), término acuñado por el profesor de Princeton Harry G. Frankfurt, cuya traducción, “charlatanería”, no deja de ser un suave eufemismo. El profesor Frankfurt hace una distinción memorable entre el mierdoso de bullshit y el simple mentiroso. A aquel “... no le importa si las cosas que dice describen correctamente la realidad. Simplemente las extrae de aquí y de allá y las manipula para que se adapten a sus fines”. “El mentiroso, -continúa Cebrián-, tiene noción de lo que es verdad y lo que no lo es. El charlatán de mierda (bullshit) no está del lado de la verdad ni de lo falso... puede que no nos engañe acerca de los hechos, o de lo que él toma por hechos. Sobre lo que sí intenta engañarnos deliberadamente es sobre su propósito”.
Así pues, resultan irrelevantes los resultados de análisis e investigaciones, porque, de lo que se trata, es de manipular a la opinión pública, de sembrar la duda, una actitud que es una enfermedad creciente en las opiniones públicas de las democracias y que, habida cuenta de las toneladas de estiércol que se derraman a diario sobre nosotros, debemos aprender a sufrirla y a combatirla.

Y aquí, en nuestro pueblo, las cosas no van mejor. Después de una legislatura de gobierno de izquierdas, la gestión municipal ha conllevado el saneamiento de la economía municipal y la realización de numerosos proyectos de futuro, así como un cambio sustancial en la actitud hacia la ciudadanía. Sin embargo la tónica descalificadora, injuriosa y desvergonzada se refleja en opiniones y comentarios que aparecen obcecadamente repetidos en el boletín del Partido Popular local. Oiremos todo tipo de falsedades y paparruchas, cualquier cosa para confundir al vecino, pero apuesto por la ciudadanía de Villar que va a ser capaz de ratificar, otra vez, con su voto la cordura, la honradez y la visión de futuro que el actual equipo de gobierno municipal está demostrando día a día.

Miguel

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